Tener una piel juvenil es una forma de verse bien, y ayuda a aumentar la confianza en uno mismo. Para muchos, sin embargo, eso solo no es suficiente—aún hay necesidad de un busto más lleno y firme.

La insatisfacción con los senos es más común de lo que piensas. De hecho, en una encuesta que involucró a más de 26,000 encuestados, se encontró que el 70 por ciento de las mujeres no les gustaba el tamaño o la forma de sus senos.

Los más jóvenes estaban mayormente preocupados por el tamaño, mientras que los mayores en el grupo estaban más preocupados por la forma (o para ser más específicos, la flacidez).

Como probablemente sabes, pasar por el quirófano es una forma de resolver esos problemas aunque conlleva riesgos. Aparte de la posibilidad de cicatrices antiestéticas, existe la chance de que no se vea bien en absoluto.

A eso súmale el hecho de que los implantes solo duran alrededor de una o dos décadas antes de necesitar ser reemplazados, y comenzarás a entender por qué el aumento mamario no es para todos.

Pero, ¿realmente es necesario pasar por el quirófano? Dependiendo de tus objetivos y expectativas, el estrógeno podría ser suficiente—después de todo, es una de las pocas hormonas que facilitan el desarrollo y la maduración mamaria.

Al estimular la liberación del factor de crecimiento similar a la insulina 1 (IGF-1), el estrógeno hace posible que el tejido mamario crezca más. Este proceso es en realidad lo que ocurre durante la pubertad y el embarazo.

¿El estrógeno solo sirve para mejorar tu apariencia? Para nada, especialmente porque tiene un efecto beneficioso en la salud ósea—o para ser más específicos, mantiene tus osteoblastos vivos y funcionando de manera óptima.

Los osteoblastos son básicamente células que trabajan juntas para producir hidroxiapatita, que luego se deposita en capas de manera organizada pero densamente compacta. Esas capas, en conjunto, forman los huesos.

La relación entre el estrógeno y los osteoblastos se puede entender mejor al analizar un problema particular que viene con la menopausia: la osteoporosis.

Cuando los niveles de estrógeno del cuerpo bajan y la síntesis eventualmente se detiene (lo que sucede durante la menopausia), la densidad ósea se ve afectada y continúa degradándose. Esta pérdida ósea es la definición misma de osteoporosis.

Con suficiente estrógeno para mantener activos a los osteoblastos, esa disminución no debería ocurrir—o al menos no debería ser tan grave. El panorama se vuelve aún más alentador cuando consideras el efecto de la hormona sobre la resorción ósea.

La resorción ósea es un proceso donde el hueso se descompone, sirviendo como una forma de proporcionar minerales adicionales al torrente sanguíneo. Pero, como puedes imaginar, eso no es necesariamente algo bueno.

En presencia de la hormona sexual femenina, la resorción ósea no ocurre tan libremente. Para decirlo simplemente, el estrógeno evita que la masa ósea reaccione a las hormonas que desencadenan el proceso no deseado.

Además de mantener los huesos fuertes, el estrógeno apoya la salud cardiovascular. De hecho, no solo aumenta las lipoproteínas de alta densidad (HDL), sino que también reduce las lipoproteínas de baja densidad (LDL).

Pero, ¿por qué importan estas cosas? Principalmente se trata de cómo interactúan con el colesterol, un compuesto similar a la grasa que cumple funciones fisiológicas importantes pero que podría causar daño si se acumula en lugares incorrectos.

El HDL es la forma en que el cuerpo recoge el colesterol “desubicado” y lo lleva de vuelta al hígado, donde finalmente será eliminado. En cuanto al LDL, las arterias se obstruyen con colesterol cuando hay abundancia.

Mejorar el equilibrio HDL-LDL no es la única ventaja que el estrógeno ofrece al sistema cardiovascular. También mejora el flujo sanguíneo ayudando a que los vasos sanguíneos se dilaten (o en otras palabras, manteniéndolos abiertos y relajados).

Eso es una gran ventaja ya que reduce el esfuerzo que necesita tu corazón para mantener una circulación adecuada, disminuyendo tu presión arterial en el proceso. Ten en cuenta que cuando está sobrecargado, tu corazón y tus vasos se dañan.

El accidente cerebrovascular, el infarto y hasta la insuficiencia renal se vuelven más probables con el aumento de la presión arterial. Y como habrás oído, estas enfermedades causan millones de muertes cada año.

En 2016, por ejemplo, solo el accidente cerebrovascular causó la muerte de casi seis millones de personas en todo el mundo; las muertes por enfermedad de las arterias coronarias, por otro lado, superaron los nueve millones.

Mantener un corazón saludable es clave para tener una vida plena. Pero, a medida que envejeces (especialmente al entrar en tus 40s o 50s), tu apetito será mucho más difícil de controlar.

¿Es porque necesitas cada vez más nutrientes para mantener el ritmo con el envejecimiento? Sorprendentemente, no es así; lo que ocurre es un efecto de la disminución de los niveles de estrógeno.

Se ha descubierto que la hormona sexual femenina regula cómo se utiliza y almacena la energía, funcionando de una manera similar a la leptina (también conocida como la hormona de la saciedad).

Así que, con eso en mente, se puede decir que una forma de vencer los antojos es con la ayuda del estrógeno. Y, por supuesto, no comer cuando no hay una necesidad real es una buena manera de evitar el aumento de peso innecesario.

Lo que hace que la hormona sea más valiosa para mantener una figura agradable es su capacidad para desviar la acumulación de grasa del área media. En resumen, los depósitos de grasa se enviarán a donde serán más apreciados.

Sí, es el estrógeno el que dirige la acumulación de grasa hacia los senos y glúteos para preparar el cuerpo femenino para el embarazo y la lactancia. Pero, tener "curvas" en esas partes también añade mucho atractivo.

Tener exceso de grasa en la zona abdominal no es solo un problema estético, ya que aumenta el riesgo de desarrollar síndrome metabólico, un conjunto de condiciones que a su vez incrementan las probabilidades de sufrir enfermedades cardíacas y diabetes.

¿Qué es tan importante como lograr y mantener un peso saludable? Tener un bienestar sexual completo, por supuesto, lo que significa que no solo puedes funcionar sexualmente, sino que también tienes confianza para mostrar intimidad.

Sentirte positivo respecto a tu cuerpo afecta cómo te desempeñas en la cama y, de alguna manera, influye en tu probabilidad de alcanzar satisfacción. Desafortunadamente, los problemas corporales pueden hacer que pierdas gradualmente tu autoestima sexual.

La atrofia vaginal, en particular, es el adelgazamiento de las paredes vaginales acompañado de síntomas como sequedad e hinchazón. Seguramente puedes imaginar cómo este problema de salud puede arruinar potencialmente la vida sexual de una mujer.

A medida que los momentos íntimos se convierten en episodios de dolor y malestar, el sexo se vuelve algo temido o incluso evitado. Pueden surgir problemas de pareja, especialmente entre quienes no logran discutir completamente el problema.

¿Cómo actúa el estrógeno contra este tipo de problema? La atrofia ocurre cuando no hay suficiente oxígeno y nutrientes en el tejido vaginal, lo que lleva a un deterioro gradual de las partes internas del órgano sexual femenino.

En presencia de estrógeno, el tejido vaginal recibe la nutrición que necesita, principalmente a través de la acción de la hormona que mejora la circulación hasta los vasos más pequeños.

De hecho, se ha observado que el estrógeno restaura estos vasos a su forma saludable y no alterada, potencialmente revirtiendo los efectos de la atrofia vaginal a un nivel profundo.

Sí, la hormona femenina también tiene beneficios para la salud mental, demostrando aún más su importancia para la calidad de vida y el bienestar general. Con el estrógeno, el estado de ánimo se mantiene positivo y la claridad mental está en su punto máximo.

El mecanismo por el cual afecta el estado de ánimo es simple: mantiene los niveles de monoamino oxidasa (MAO) dentro del rango mínimo. La MAO es la enzima que ataca la dopamina y la serotonina.

La dopamina es la llamada hormona de la felicidad. Se activa cada vez que ves a alguien que amas, o cuando de repente sientes atracción física.

La serotonina, por otro lado, controla aspectos como la concentración y el pensamiento. También está directamente vinculada a tu estado de ánimo y emociones, lo que explica por qué no tener suficiente a menudo conduce a ansiedad y depresión.

La niebla mental y los lapsos de memoria también están entre los efectos perjudiciales de no tener los niveles adecuados de serotonina, haciendo que el estrógeno sea aún más valioso para la mente.

Pero hay otra forma en que la hormona ayuda a mejorar la agudeza mental. Estimula la formación de sinapsis cerebrales, aumentando literalmente el número de conexiones entre las células cerebrales.

Los beneficios no terminan ahí, ya que el estrógeno también influye en el desarrollo del factor neurotrófico derivado del cerebro (BNDF). El BNDF apoya la supervivencia neuronal, un beneficio valioso ya que las neuronas maduras no se dividen ni multiplican.

No se puede negar que la hormona sexual femenina hace maravillas en el cuerpo, tanto externa como internamente. Sin embargo, ¿significa esto que deberías simplemente aumentar su cantidad en tu sistema?

Desafortunadamente, no es tan simple. El estrógeno sintético, a pesar de su similitud con sus contrapartes endógenas (las producidas por tu propio cuerpo), todavía tiene diferencias en la estructura química.

Eso a su vez conduce a diferencias en la absorción, el procesamiento y la excreción. Además, dependiendo del sintético que se use, el modo de acción puede no ser exactamente el mismo que el del estrógeno endógeno.

Estas diferencias finalmente se traducen en brechas en los niveles entre las hormonas producidas por el cuerpo y las que se toman de fuentes externas. Y esa descoordinación es donde se cree que surgen los efectos secundarios.

Problemas como la hinchazón y el acné son bastante menores, pero hay un problema mayor (aunque más raro) que podría desarrollarse. El cáncer se ha relacionado con el uso de estrógenos sintéticos para el control de la natalidad o para manejar los síntomas menopáusicos.

Además, se cree que la exposición al estrógeno sintético durante el embarazo podría resultar en un aumento del riesgo de cáncer entre las hijas, lo que sugiere la posibilidad de un efecto secundario que afecta a múltiples generaciones.